Aparentemente a día de hoy está mal visto mentir, pero solo si se descubre la mentira,  por lo que el sensacionalismo y la superficialidad están a la orden del día. Muestra de ello son artículos escritos por ignorantes supinos día tras día que, cual «gota china», perfora la mente de lectores incautos. Lectores que son guiados como ovejas, pero por un pastor ciego. Esto, y no otra cosa es lo primero que se me viene a la mente tras leer el patético, superficial y mal-informado artículo de Ángel Luis Menéndez <<Rally: seguridad o prohibición ya>>.

Es bien sabido que la principal enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia. Pero el sñr. Ángel Luis, después de  afirmar que no hay lista oficial conocida de muertos y/o heridos en los accidentes de rallyes,  escribe»… pero se permite la organización de pruebas deportivas cuya lista de espectadores muertos y heridos es, literalmente, incontable«. Curiosa afirmación a escasas palabras escritas de haber afirmado que no existen estadísticas. Por otro lado me gustaría recalcarle al señor Menéndez que lo cierto, es que los accidentes en los que se ven implicadas personas del público en los rallyes, son algo anecdótico. Si bien las aves de rapiña de la prensa española solo se hacen eco de este deporte en estas situaciones.  Por poner un ejemplo, el año pasado (2011) de todas las pruebas de automovilismo celebradas en Galicia, solo hubo 2 accidentes en los que se haya visto implicado público, con un resultado de 0 muertos. Por curiosidad indicaré que, uno de ellos fue en un tramo de enlace en el que un conductor normal, no el participante, no respetó las señales de circulación. Cualquier lector avezado deducirá que  es más fácil sufrir un percance en el hogar, que en una prueba de automoción.

Presumir de saber, sobre todo algo que se ignora por completo, parecer ser el buque insignia de algunos «periodistas» de hoy en día. Cuando leo en este artículo perlas como «La responsabilidad es de los organizadores, quienes casi siempre se encogen de hombros.» o otras como «… generalizar la imposición de multas elevadas… « No siento nada más que ganas de ponerle un sombrero de orejas de burro al sñr. Menéndez , y gustosamente invitarle a asistir a un Rallye o campeonato de montaña. Una vez allí mientras hace alguna monería propia de  «… espectadores borrachos, drogados o simples cabestros de fábrica …» en sus propias carnes, podría comprobar como organizadores y comisarios, tras advertirle y ser ignorados, avisarán al agente de la Benemérita de turno y este, con toda la amabilidad del mundo, le extenderá una receta de un calmante o supositorio  de 300€ que le curará, ipso facto,  de los males propios de este tipo de espectadores. En ese preciso momento, con una o varias recetas en su bolsillo y con unos más que probables víctores del público, contemplará como las multas a espectadores no deseables, sí son comunes para aquellos que no acatan las normas en pruebas deportivas de este tipo.

Por otro lado, cualquier seguidor de este mundillo, sabrá bien que a lo largo de todos los tramos existen cintas indicativas de donde puede, o no puede colocarse el público. Así pues es obligación del espectador y no del resto del mundo, ser el primero en velar por su seguridad personal.
Haciendo una comparativa tan odiosa  como común en este país, no dejo de imaginarme la supuesta escena de unos aficionados que se caigan de una grada de fútbol tras saltarse las protecciones de seguridad y/o romper las protecciones haciendo caso omiso de los empleados de seguridad del estadio. En ese momento, buitres del periodismo, como el sñr. Menéndez empezarían a vomitar artículos suculentamente manipulados, indicando que la culpa es de los presupuestos y de la falta de seguridad de los campos de fútbol, mientas los Clubes de fútbol que casi siempre se encogen de hombros  o por otro lado, apelarían al sentido común e indicarán que espectadores desbocados, de motu proprio, provocaron esa situación innecesaria  de  la que son los únicos responsables.

Bien cierto es que los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen. (Alfonso X el sabio). Del mismo modo, los periodistas con la mente baldía son los que más ruido hacen.